Día 16 – El último día en Japón
Hoy es nuestro último día en Tokio. Y para despedirnos bien tenemos un plan muy completo con una amiga que tengo que vive aquí. Para las del mundillo de las dolls seguro que la conocen porque es la intermediaria de InterJapan, Yotsuba.
Lleva ya unos años viviendo allí y se maneja bien con el idioma, así que nos va a hacer un poco de guía y así nos vemos en persona, que nunca nos habíamos visto, aunque si que le he hecho alguna compra. Como por ejemplo mi única SD es de segunda mano y la primera dueña fue Yotsuba.
La pastelería de Tolo
Para empezar con fuerza fuimos a desayunar a la pastelería donde sirven los pasteles de Totoro:
Por lo que me comenta Yotsuba esta pastelería empezó haciendo los buñuelos de Totoro sin más y por lo visto gustó tanto que Ghibli le terminó cediendo los derechos.
Así que aunque está un poco escondida está bastante solicitado. Los hace el dueño y son unos 150 buñuelos al día. A las 13.00 ya no le quedan. Y la verdad, es que no me extraña, están muy buenos.
Los había de tres sabores, y el normal que es de crema. Por fuera son todos iguales, la misma masa con una decoración para los ojos y e detallito de la oreja que sirve para distinguir el relleno. Probamos uno de cada, para mi compi el de choco, para mi el de fresa y para Yotsuba el de banana.

El restaurante además es muy bonito, lo tienen muy bien montado aunque esté escondido y sea pequeño. Pero tiene ese encanto de una casita de la típica historia de Miyazaki.


Harajuku

No podía irme de Japón sin haber pasado por aquí. Era una visita obligada, y me acordé mucho de mis amigas Lolitas de Asturias. ¡Hey! no juzgues, todos tenemos un pasado.
Nada más entrar vimos un salón de «puricura». Se llama así a un juego de fotografía y retoque que se lleva mucho aquí entre las jóvenes, porque además te saca las fotos en papel de pegatina y así lo puedes poner en el móvil el cuaderno de clase o lo que quieras.
Hay muchísimos tipos de máquina, cada una tiene un estilo diferente, cambian los fondos, desde donde te hacen la foto, que pegatinas puedes pegar, si tienen efectos como el sepia…etc.


Es un sitio muy peculiar porque cada uno va como le da la gana y nadie se sorprende ni nada por el estilo. Para mi es comparable a Plaza España en Madrid, pero a lo grande, donde todas las tardes se juntan muchos grupos de varias tribus distintas, así que hay mucha variedad.
Cada grupo entra con un espacio de dos horas y hay cuatro horarios en un día, nosotros entramos en el último.

Por dentro es impresionante, no dejaban hacer fotos pero por fuera si, cuando subimos al tejado por una escalera de caracol descubrimos un jardín con esta escultura:
Y al otro lado del jardín:
Otra de las cosas que te dan al entrar es un cartoncito con 3 fotogramas, para que puedas pasar a ver un corto al cine. El corto que vimos tenía todos los audios hechos con voz, ruidos, voces… Todo. Fue muy original la verdad. Cada mes ponen un corto distinto.
Allí nos encontramos con una pareja de La Coruña que también estaban en su último día del viaje. Ellos se hospedaron en otros sitios en Tokio y vieron una cara menos amable y mas problemática de la sociedad japonesa por lo que nos contaron.
La casa es tan mágica como muchas de sus películas. El suelo no es recto al llegar a las paredes, se levanta, las piedras y ladrillos no siguen un orden lógico, hay balcones y puentes dentro de la casa y un montón de puertas de varios tamaños y formas. Es todo muy guay.


Nos despedimos de la pareja y nos vamos al hotel, hay que jugar al tetris con las maletas para el día siguiente. Toca soltar lastre porque no podemos llevar todo. Algo que ya habíamos previsto. ¡Las maletas pesan mucho!
El día 17 del viaje es entero para volver.
Salimos a las 7 de la mañana del viernes en Japón y llegamos a las 9 de la noche el viernes a España. Nos han robado muchas horas y tenemos un poco de jet lag. Pero ha merecido la pena.
¡El viaje acaba aquí!

¡A seguir soñando!
Por si no sabes cómo empieza todo, te dejo aquí la primera entrada del viaje.